Sí, me miras.

Pero realmente no me ves.

Porque no tienes tiempo.

No tienes tiempo de evolucionar tu mirada.

De convertirla en radiaciones que atraviesen mi cubierta exterior.

De ver dentro de mí.

De poder separarme de este disfraz en que se ha transformado mi piel.

Sí, me miras.

Pero realmente no me ves.

Soy diferente.

No soy lo que crees que soy.

Tu ves a un hombre diabético con las cifras de glucemia descontroladas.

Sin embargo, soy un señor que come cualquier cosa desde que murió mi mujer.

No soy un hipertenso con la sistólica por las nubes.

Soy aquella persona indignada y agobiada porque se quedó sin trabajo hace dos meses.

Tampoco soy una señora a la que no hay manera de quitar los dolores de cabeza y espalda.

Soy una mujer que me dedico en cuerpo y alma a cuidar de mi madre completamente dependiente.

Ni soy aquella persona ansiosa que a pesar del cambiar diez veces de tratamiento no consigues que se duerma.

Porque, lo que  en verdad soy es la madre de un chaval que cayó en la droga hace seis meses y que no levanta cabeza.

Es posible que me ayudes con fármacos.

Con derivaciones al Hospital.

Con pruebas complementarias.

Pero mi problema es más profundo.

Tan profundo que va a ser difícil solucionarlo.

Tan profundo que requiere toda tu atención.

Necesito de tu tiempo.

Necesito que me escuches.

Ahora sí.

Ya me miras

Ahora sí.

Ya me ves.

Y eso es lo que quiero.

 

Oscar García Resa. Médico y Editor del Blog “Doctor Gilbertman….supongo


3 comentarios en “La evolución de la mirada”

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