Cuando recuerdo lo sucedido, aún me sorprende la reacción de la doctora. Tuvo una reacción fría, espontánea, la percibí habitual, con una mirada desafiante, como si estuviera en la total posesión de la razón, me hizo sentir muy vulnerable, pequeña, insegura y al salir de la consulta rompí a llorar abrazada a mi marido.
Ocurrió un septiembre de hace 9 años, acababa de tener mi primera falta de la menstruación. Me hice la prueba para saber si estaba embarazada, y… ¡sorpresa! Se me iluminó la vida. Estaba embarazada, … pero por ser primeriza, de repente surgieron muchas dudas, de cómo me tenía que sentir, qué tenía que hacer, necesitaba saber sobre cómo podía yo ayudar a tirar adelante el embarazo con total tranquilidad. Era mi primera vez y quería hacerlo muy bien. En aquel entonces, solía consultar libros y preguntar experiencias de personas próximas para que me explicasen sus experiencias, pero quien realmente tenía la potestad de dejarme convencida y segura era el médico que me atendiera. En ningún momento se me ocurrió consultar en la red, en la todo poderosa www ¿será por qué todavía no confiaba en la fiabilidad de la información de las webs?
Primero de todo, pregunté a personas de confianza que me ayudaran a buscar un experto especialista para que me acompañara en este proceso tan importante. Me recomendaron una especialista experimentada de un famoso centro privado de Barcelona. Pedí hora y a la semana teníamos cita.
Aún tenía que pasar una semana para la cita y me surgían muchas dudas, las fui apuntado en un tímido papel. El misterio se apoderaba de mi, miraba mi cuerpo y sentía cambios imperceptibles, sensibilidad a flor de piel, sensaciones placebo, dudas con la comida adecuada para el crecimiento de mi bebe, preguntas sobre las señales de alarma, ¿sabría yo reconocerlas? … un mar de dudas. Semana que dio para mucho, mi cabeza no dejó de pensar en la maravillosa experiencia que estaba viviendo y quería poner todo de mi parte para ayudar a mi bebé.
Leí que los tres primeros meses de embarazo son cruciales, es cuando debía tener una serie de cuidados para no correr riesgos y vivir una gestación feliz. Sabía que mi estado no era el de una enferma, mi estado era ya el de una madre, preocupada por el bienestar de su bebe.
Llegó el esperado día, el día de la primera visita a la ginecóloga. Me acompañaba mi marido, los dos estábamos exultantes de felicidad y expectantes de información. Papel de preguntas en mano y ansiosos de entrar en la consulta. Primero de todo, las enfermeras confirmaron mi estado, y una vez hecho entramos tímidamente y le expusimos a la doctora que estaba de una falta, estaba ya de siete semanas de gestación. La sorpresa llegó cuando la doctora adoptó una actitud incrédula, una posición desafiante de posible pérdida del embrión debido al tiempo de gestación, con una seguridad desbordante fue imprimiéndonos desilusión. Yo miraba a mi marido desconcertada, no me atrevía a sacar mi papelito con las dudas, me sentía aún más insegura, entendía que había esa posibilidad pero sabía que no era la única opción.
La doctora no se andó con rodeos, fue al grano con una incomprensible rapidez proporcional a nuestro desconcierto. Me sentía más vulnerable conforme iba explicándome que no nos hiciéramos ilusiones hasta que hubieran pasado los tres meses de gestación, ¿debía esperar hasta la semana 12 para ilusionarme?
Salimos de la consulta completamente abatidos e inseguros. No sólo no pude preguntar ninguna duda, sino que consiguió que aún tuviera más. Mi marido y yo nos abrazamos, yo lloraba desconsolada y al cabo de un momento reaccioné. Le dije a mi marido que no quería que esa doctora me atendiera nunca más, no confiaba en ella, … y así lo hicimos, buscamos a otro profesional y todo cambió.
Encontramos un profesional que nos escuchaba, nos miraba empáticamente, resolvía nuestra dudas y nos ayudaba a racionalizar el embarazo. Un profesional que conectó con nosotros. Actualmente, Pol tiene 8 años y es un niño que rebosa vida.
Pol cuando tenía 1 mes
Mer Bondal. Editora del Blog “Merbondal“.
Felicitats Mercè! Has fet sortir de dins una part de tu que feia temps que et segurament et demanava a crits, com diria la Laura Gutman, comunicar amb l’interior matern per poder posteriorment resorgir i renéixer. Un petonàs!
Gràcies Toni.
L’amor matern és el més incondional dels amors.
L’empatia amb els professionals sanitaris és l’eina necessària per garantir la salut, el benestar i la seguretat d’un procès exitós.
Un petonàs per tu, germana.